La Alhambra de Granada

 La Alhambra conserva el alma de los que en otro tiempo la habitaron, de todos aquellos que ocuparon un lugar en esta maravillosa ciudad amurallada, que se alojaron en sus increíbles palacios y pasearon por sus hermosos jardines. Pero, sobre todo, conserva el espíritu atormentado del último rey musulmán de Granada, conocido como Boabdil "El Zogoibi", El Desgraciado. Obligado por los Reyes Católicos a abandonar para siempre la que fue su ciudad y la de sus antepasados durante varios siglos, se dice que Boabdil derramó lágrimas amargas al contemplar por última vez La Alhambra. No sabemos si de verdad lloró, pero sí que sintió una inmensa tristeza y que la nostalgia le acompañó toda su vida, hasta el día de su muerte en su destierro en Fez.


La Alhambra significa La Roja, debido al color de la arena de La Sabika, la colina donde se asienta, lo que se puede apreciar, sobre todo, al atardecer, cuando sus murallas y torres reciben los últimos rayos del sol, que le dan ese color característico. Está rodeada por los ríos Darro y Genil, y las montañas de Sierra Nevada, conocida en el pasado como Sierra Solera o Monte del Sol. En el Barrio del Albaycín,  declarado junto a este monumento Patrimonio de la Humanidad en 1984, se encuentra el Mirador de San Nicolás, desde el que se puede obtener una hermosa vista panorámica de todo el conjunto. Este pintoresco barrio de Granada se caracteriza por sus calles empinadas y los típicos "cármenes", antiguas viviendas de estilo morisco, con patios, fuentes y abundante vegetación.


A lo largo de la Historia se ha escrito mucho sobre La Alhambra, ha inspirado canciones, poemas, novelas y leyendas, como los famosos "Cuentos de la Alhambra" del escritor Washington Irving, que tuvo la suerte de poder alojarse en este lugar de ensueño, durante varios meses, en el año 1829. Sin embargo, los demás tenemos que conformarnos con una visita de un día, en la que resulta complicado abarcar tanta belleza en tan poco tiempo. 
Este monumento se compone de varias zonas, las principales son: la zona militar o Alcazaba, la medina, los palacios y el Generalife. La parte que suele despertar mayor admiración es la de los Palacios Nazaríes, cuya construcción comienza en el siglo XIII, por Alhamar, fundador de la dinastía Nazarí.
Son tres palacios: el Mexuar, el Palacio de Comares y el Palacio de los Leones


El Patio de los Arrayanes debe su nombre a los arrayanes o mirtos que rodean el gran estanque central, en torno al cual están distribuidas las distintas estancias del Palacio de Comares, que era la residencia oficial del sultán y en el que destacan la Sala de la Barca, decorada con yeserías y zócalos de azulejos y el salón de Embajadores, donde se realizaban las recepciones oficiales y que está situado en el interior de la Torre de Comares. Desde aquí pasamos al Palacio de los Leones, donde estaban las estancias privadas del rey y su familia, construido alrededor del famoso patio del mismo nombre por Mohamed V, en el que destacan los doce leones de mármol que hacen de surtidores en la fuente central.


El asombro y la admiración van creciendo según pasamos de una estancia a otra, es casi imposible no sentirse abrumado por tanta belleza. El refinamiento del arte islámico y el gusto arquitectónico de los antiguos sultanes es indudable, tiene un gran mérito el haber conseguido una decoración tan extraordinaria con unos materiales tan pobres, como son el yeso, la madera o el ladrillo. Como ejemplo de este arte, observamos las cúpulas de mocárabes de la Sala de los Abencerrajes y de la Sala de las Dos Hermanas, los mocárabes son prismas de yeso yuxtapuestos y colgantes, que parecen estalactitas colgando del techo.



En la Sala de los Reyes lo que llama la atención son las pinturas de las bóvedas, están pintadas sobre cuero y representan distintas escenas con personajes de esa época, en la bóveda central aparecen altos cargos que se reunían con el sultán para tratar asuntos importantes y están sentados a la manera tradicional, con trajes de ceremonia, espadas y turbantes.


Desde aquí pasamos al Mirador de Daraxa o Lindaraja, fascinante y bello lugar con vistas al patio del mismo nombre, desde el que, en su día, disfrutaba la sultana Aixa, madre de Boabdil, de las vistas del barrio del Albaicín, que años después se taparon al construir el emperador Carlos V sus habitaciones y cerrar el jardín dejándolo a modo de claustro. Este precioso mirador es una joya del arte nazarí, está decorado con azulejos y yeserías policromadas con inscripciones epigráficas árabes, la mayoría son versos del Corán y alabanzas al sultán que mandó construir el palacio.



El agua es una constante en La Alhambra, representa la pureza para la cultura islámica pero además es un elemento indispensable en todo el recinto, hay una relación vital entre la arquitectura y la naturaleza que salta a la vista en los diversos estanques, albercas, acequias y fuentes, los cuales servían a la vez como decoración y como elemento necesario para la vida de sus antiguos habitantes. 


La unión del agua y la vegetación se hace patente en cada rincón que pisamos, el agua da la vida a las plantas que adornan los exuberantes jardines de La Alhambra. El jardín representa el Paraíso, en él se manifiestan los cinco sentidos: la vista en los distintos colores de las flores, el olfato en los ricos aromas de las plantas aromáticas, el oído en el sonido relajante del agua, el tacto en las diferentes texturas y el gusto en el sabor de los frutos de las huertas.
Y es que este rincón de Granada es realmente un paraíso terrenal en el que, por un momento, nos gustaría detener el tiempo y poder alargar nuestra estancia un poco más.



Si hay un lugar donde los protagonistas indiscutibles son el agua y los jardines, es el Generalife, que fue la finca de descanso y recreo de los príncipes nazaríes, se encuentra en la ladera del Cerro del Sol, rodeada de huertas y árboles frutales. Este antiguo palacio posee unos preciosos jardines con ingeniosos surtidores que hacen saltar el agua antes de caer en las fuentes. 


Los dos patios principales del Generalife son el de la Acequia y el del Ciprés de la Sultana. En el primero hay un canal que divide el patio, a lo largo, en dos mitades y del que salen numerosos surtidores, que proporcionan frescura y humedad a las distintas especies vegetales que adornan este vergel, como los arrayanes, naranjos, cipreses y rosales, que aportan aroma y color a este singular recinto.


El siguiente patio es el del Ciprés de la Sultana, llamado así por una leyenda en la que, supuestamente, la mujer de un sultán y un caballero abencerraje se veían en secreto debajo de este ciprés, el cual, por desgracia, está seco hoy en día, habiendo sido uno de los más antiguos de Granada, se cree que pudo vivir más de 600 años. Además de cipreses, podemos ver un estanque dentro de otro, rodeado por setos de arrayanes y una fuente en medio de los dos.


La Alhambra es un bello balcón que domina Granada, seduce y embruja al viajero que pisa por primera vez su suelo para que sienta la necesidad de volver una y otra vez a visitarla, mientras continúa imperturbable con el paso de los siglos, a pesar de las guerras, los saqueos, las conquistas e incluso los terremotos que ha sufrido. Las constantes reformas, remodelaciones, derribos y nuevas construcciones dentro de sus muros no le han robado su identidad, su belleza serena, su encanto. Ha enamorado a conquistadores, a reyes y a reinas, como Isabel de Castilla, que tanto empeño puso en su conquista y, prendada por su belleza, quiso que la enterrasen en Granada, donde reposan sus restos para toda la eternidad.


               Fragmento del poema "Subida a La Alhambra"
de José María Torres Morenilla

"Como llegar a ti, hermosa mía, ocultada,
tan profunda en la altura, tan grande y arrobada
tan antigua y tan noble, tan llena de Granada"


Más información en: https://www.alhambra-patronato.es/

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