La Tabla de Flandes

Esta novela de Arturo Pérez-Reverte fue publicada en 1990 y debido a su gran éxito se hicieron numerosas ediciones posteriormente. La tabla de Flandes debe su título a un cuadro cuyo verdadero nombre es  La partida de ajedrez, pintado en el siglo XV por un pintor flamenco. Todo el argumento y la trama de esta historia giran en torno a esta pintura, lo que convierte a los personajes retratados en protagonistas paralelos.
Es una novela que atrae tanto a los apasionados de los misterios e intrigas como a los amantes del arte, la historia y, sobre todo, del ajedrez. El escritor describe con verdadera destreza, hasta el más mínimo detalle, todos los elementos de arte y pintura que aparecen en la obra, no se conforma con narrar los hechos, se inmiscuye profundamente en los datos más rigurosos que puedan aportarnos información valiosa para esclarecer los hechos. 

Julia, la protagonista, es una joven restauradora de arte que recibe el encargo de arreglar los desperfectos que pudiera tener este cuadro, de cinco siglos de antigüedad, para que su dueño Manuel Montalbán pueda venderlo por su máximo valor en una subasta. Pero, cuál será su sorpresa al descubrir mientras realiza su tarea de restauración, una inscripción escondida dentro del cuadro y escrita en latín por el mismo pintor hace 500 años: Quis Necavit Equitem. 

A raíz de este descubrimiento la vida de Julia dará un vuelco debido a la investigación que se inicia con motivo de esta frase o más bien de esta pregunta, ya que se trata de averiguar la solución a un hecho que tuvo lugar en el siglo XV y que, no obstante parece estar bastante relacionado con el presente. Alrededor de Julia aparecen otros personajes que están también involucrados en el argumento, como César el anticuario que es íntimo amigo de la protagonista, casi como un padre para ella, su amiga Menchu la galerista o Muñoz que es un experto en ajedrez.

Todas estas personas tendrán un papel relevante en el hilo conductor de la novela que, desde el primer capítulo, nos va envolviendo con una apasionante sensación de estar metidos dentro de la historia que se relata y nos hace partícipes del enigma pendiente de resolver.

Es indudable el amor que demuestra Arturo Pérez-Reverte por el mundo de la historia del arte en este libro, además los lectores que sean jugadores de ajedrez tienen que disfrutar de verdad al interpretar las jugadas que aparecen o adivinar las que faltan, ya que son transcendentales para resolver el misterio.

Me ha parecido una excelente mezcla de pasado y presente, y me quedo con la idea de que nadie debe creerse nunca dueño de la vida de otras personas.

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