Tiempo de arena

" Tiempo para llorar, para calmarse, para reflexionar...Otra vez el tiempo y la paciencia...Tiempo de arena". El título de esta novela hace alusión al tiempo pasado comparándolo con la arena que se va acumulando en el fondo de un reloj, en definitiva la vida.
La escritora Inma Chacón quedó finalista con esta obra en 2011 para el Premio Planeta, lo cual no resulta nada extraño al tratarse de una buena historia bien narrada y que describe con minuciosos detalles las ciudades, las casas, el vestuario y el ambiente de la época. La acción transcurre entre finales del siglo XIX y principios del XX y narra la vida de tres hermanas de la alta sociedad de Toledo, Mariana, Munda y la pequeña Alejandra. Aunque los escenarios principales se sitúan en Toledo y Madrid, la vida de las tres mujeres ha dado muchas vueltas desde que nacieron, vivieron en Mallorca, en Alejandría y en la ciudad de  Manila, en Filipinas, cuando aún era una colonia española. Su padre, el marqués de Sotoñal, viajó durante años con su mujer y sus hijas, dedicándose a los negocios familiares y cambiando de residencia en varias ocasiones hasta cumplir el  sueño de su vida en Manila.

No obstante, es después de regresar a España cuando la vida de las tres mujeres cobra protagonismo. A la muerte de sus padres, Mariana, viuda desde muy joven y con una hija, hereda el título de marquesa con todos los privilegios y obligaciones que eso conlleva, además de pasar a ser la administradora de los bienes de la familia. Su domicilio será su palacio de Toledo, una ciudad que en los últimos años del siglo XIX estaba totalmente anclada en las rancias costumbres del pasado.

Mariana representa perfectamente su papel de aristócrata fría y distante, hasta con su propia hija María Francisca, a la que no demuestra mucho cariño. Las apariencias se convertirán en la razón de su vida, aun a costa de perjudicarse a sí misma, lo que supondrá la mala relación con Munda, ya que ella es totalmente opuesta en sus ideas a su hermana mayor y por eso decide irse a vivir a Madrid, donde la familia tiene también un palacete.

Munda es la que acapara la atención en la novela debido a su arrolladora personalidad, es una mujer independiente y decidida, dispuesta a luchar por los derechos de los demás sin esperar nada a cambio, en una sociedad llena de tradiciones antiguas, donde la mujer sólo ocupa un segundo plano, ella se impone y planta cara a los demás sin acobardarse, quiere cambiar el mundo que la rodea, en su afán por aprender todo lo que pueda incluso se introduce en el ambiente de la masonería, a la que ya pertenecía su padre. Dentro de las virtudes que posee, hay que destacar su infinita paciencia, sobre todo a la hora de esperar durante años a su querido Manuel, el novio que se quedó en Filipinas y que, debido al conflicto que vive el país, no puede venir a España.

Alejandra, la pequeña de las hermanas, es el vínculo de unión entre ambas pero según se hace mayor va teniendo más cosas en común con Munda que con Mariana y acaba yéndose a vivir también a Madrid para alejarse de los convencionalismos y las antiguas tradiciones en las que se desenvuelve como pez en el agua su hermana mayor en Toledo. Mariana sólo tendrá cerca a su hija María Francisca para dominarla a su antojo, de tal modo que su vida se convertirá en un infierno y que acabará por involucrar en un secreto bien guardado por su propia madre a sus tías Munda y Alejandra, lo que hace que la novela tenga intriga y misterio hasta el final.

La conclusión que yo he sacado de este argumento es que algunas personas sólo viven de puertas para fuera, pendientes siempre de la opinión ajena, con una hipocresía tan fuerte que les arrastra sin poderlo remediar hacia el vacío total de sus propias vidas, ignorantes o sin querer saber que irremediablemente acabarán muriendo como todo el mundo.

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