Santiago de Compostela

Para contrarrestar la sensación de encierro, me asomo al balcón de los recuerdos, de los momentos vividos a cielo abierto, cerca del mar, del océano infinito, de montañas, bosques, ríos, monumentos centenarios, plazas amplias y calles vivas.
Mi recuerdo esta vez es para Galicia, tierra milenaria, mágica, cargada de leyendas. Hoy mi memoria me lleva a Santiago, su capital. Tercera Ciudad Santa para los cristianos, después de Jerusalén y Roma, final del camino para los peregrinos, pero también punto de partida para comenzar otras rutas, hacia el norte a la Costa da Morte, hasta Fisterra (Finisterre), fin del mundo conocido antes del Descubrimiento de América, o al sur a las Rías Baixas, en cuyo límite se encuentra la pintoresca villa marinera de Muros.


Santiago de Compostela es punto de encuentro de peregrinos de todas las partes del mundo, unos recorren el Camino de Santiago por devoción al Santo, otros por diferentes motivos, promesas o retos personales, pero siempre desde el respeto y la admiración que merece esta mágica Ciudad Patrimonio de la Humanidad, título adquirido, entre otras cosas, por su indiscutible integridad monumental.
En la imagen superior se puede ver la Plaza de Platerías, donde se encuentra la única fachada románica, en el lado sur, de La Catedral.


En el lado opuesto, también en esta plaza, que es la única de las cuatro plazas catedralicias que tiene fuente, en el lado opuesto, detrás de la Fuente de los Caballos está la Casa del Cabildo, construida en 1758 en estilo barroco para completar este bello conjunto arquitectónico.

Imagen propiedad de Turismo de Santiago

Sin duda, la fachada oeste de la Catedral, es decir, la del Obradoiro, es la que mayor poder de atracción ejerce sobre visitantes y peregrinos. Se encuentra en la Plaza del mismo nombre, se llama así por los canteros (obradoiros en gallego), que durante casi un siglo ejercieron allí su oficio, construyendo esta magnífica fachada barroca, entre los siglos XVII y XVIII.
Pero fue en el año 1075 cuando comenzó la construcción de la catedral románica, sobre anteriores templos o santuarios ya existentes en el lugar del sepulcro del Apóstol. Antes de estas impresionantes torres barrocas tan admiradas hoy en día, en su lugar había dos torres románicas desiguales en altura y en 1188 se remató la entrada oeste con el Pórtico de La Gloria, de escultura también románica.


Justo enfrente podemos ver el Pazo de Raxoi, sede del Ayuntamiento de Santiago. Esta obra fue encargada por el arzobispo Bartolomé Raxoi y Losada, en 1766, es de estilo neoclásico francés y en el frontón central se representa , en mármol, la batalla de Clavijo y está coronado por la estatua ecuestre de Santiago.


Otro protagonista destacable de esta plaza es el Hostal de los Reyes Católicos, mandado construir por ellos en 1501 para alojar y curar a los peregrinos enfermos.
Es notable su Portada plateresca, en el friso de la puerta aparecen los doce Apóstoles, sobre el arco están los medallones con los bustos de Isabel y Fernando, encima del friso se encuentra la ventana que pertenece a los aposentos de los Reyes, cuando se hospedaban en Compostela.


Muy cerca de la Plaza del Obradoiro, en la Rua do Franco, se puede visitar un edifico muy popular en la ciudad, el Pazo de Fonseca o Colegio Fonseca, que pertenece a la universidad de Santiago y alberga su biblioteca, llamado así por el arzobispo Alonso de Fonseca, cuya estatua podemos ver en el centro de este bello claustro ajardinado y que fue el artífice de su construcción en el siglo XVI, adaptando su propia casa para dedicarla a la enseñanza.


A unos cinco minutos andando, se encuentra el Convento de San Francisco, fundado por San Francisco de Asís a comienzos del siglo XIII, aunque de la primera construcción poco se conserva, el templo actual es de mediados del siglo XVIII, de estilo barroco en la parte baja y neoclásico en la superior.
Además de la abundancia y variedad de monumentos, Santiago ofrece otros atractivos al viajero para reponer fuerzas después de un largo paseo. En sus calles bulliciosas, llenas de bares y restaurantes, se pueden degustar los típicos manjares de la rica gastronomía gallega, los hay para todos los gustos.



Otra opción es recorrer tranquilamente el Parque de la Alameda y sentarse de vez en cuando en alguno de sus bancos, para contemplar de cerca sus jardines con un amplio surtido de especies, entre ellas, las preciosas camelias, planta originaria de Oriente que se adaptó perfectamente al clima gallego y se ha convertido en otro adorno más de la ciudad.
El parque está dividido en tres partes, el Paseo de la Alameda, la Carballeira de Santa Susana y el Paseo de la Herradura.




Y es en el Paseo de la Herradura donde nos encontramos con una gran escultura de piedra, dedicada a la famosa escritora gallega que tanto amó su tierra, Rosalía de Castro, nacida aquí en Santiago en 1837, fue representante del Romanticismo tardío, precursora de la poesía española moderna y del existencialismo, pionera en el uso del gallego en la literatura y defensora del papel de la mujer en la cultura.








"Cual si en suelo extranjero me hallase,
tímida y hosca, contemplo
desde lejos los bosques y alturas
y los floridos senderos
donde en cada rincón me aguardaba
la esperanza sonriendo."

(En las orillas del Sar, de Rosalía de Castro)















Para terminar este fascinante recorrido por la ciudad, hay algo que considero imprescindible no perderse, para ello es necesario volver donde empezamos, a la Plaza del Obradoiro y contemplar desde allí, mirando hacia el oeste, el asombroso colorido del crepúsculo. 


Una de las estampas más bellas la forma la iglesia de San Fructuoso, en la que se recortan en silueta las imágenes de las cuatro virtudes cardinales, en la cornisa superior, Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, virtudes que tanto necesitamos en estos tiempos que vivimos.



Más información en:
Turismo de Santiago
Turismo de Galicia

Comentarios

  1. Ha sido genial dar un paseo virtual por Santiago.

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    1. Me alegro de que te haya gustado. De momento, nos conformaremos con esta forma de viajar. Muchas gracias por tu comentario, Soraya.

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